martes, 23 de noviembre de 2010

Desmemoriados

El artículo de Natalia Junquera en El País me ha hecho reflexionar sobre la figura de los alcaldes de la II República. El reportaje trata sobre La represión franquista en Guadalajara, una obra que por primera vez reflexiona sobre lo que ocurrió durante los primeros años de opresión en esta provincia. De los casos que se mencionan en el artículo me llamó la atención el de Francisco Gómez García, presidente de la Casa del Pueblo, que salvó al alcalde de derechas Gerardo Sánchez de las milicias del POUM, y a pesar de todo fue fusilado en 1941. O la historia de Vicente Relaño, secretario general del Partido Comunista en Guadalajara, que salvó a ochos personas de derechas, expulso del partido a los responsables de organizar una checa. Tenía los avales de esos militantes de derechas pero no valió de nada y fue ejecutado en 1943.

Creo que a muchos políticos se les olvida que el 18 de julio de 1936 los alcaldes de la república tenían su sentencia de muerte encima de la mesa. Todos, los de izquierdas y los de derechas. Porque a los golpistas no les convenía conservar a nadie que recordase lo que era la democracia. Prácticamente desde el inicio de la Guerra se estableció la orden de acabar con los representantes de la República y alcaldes de derechas como el de O Carballiño (Ourense) también fueron 'paseados'. 

Rajoy dijo en su momento que "a quién le importa la memoria histórica y Franco".  Zapatero aprobó una Ley de la Memoria Histórica tibia e incompleta. A los dos les preguntaría : ¿Es tan malo recordar que hubo gente, no solo de izquierdas, que murió por la democracia? ¿Tenemos que olvidarnos de los que se la jugaron en plena Guerra, salvando a sus rivales políticos, cuando lo más fácil era hacer todo lo contrario? Si hubiese menos estatuas del Papa y más de gente como Vicente Relaño o Francisco Gómez García a España le iría bastante mejor.

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